La Carta, primer documento doctrinal aprobado por el Comité Nacional del Consejo Internacional de los Monumentos y Sitios en España, se presenta en el contexto de la celebración del 18 de abril – Día Internacional de los Monumentos y Sitios (DIMS 2023) y pretende contribuir a la búsqueda de alternativas de gestión patrimonial que contemplen la resiliencia climática, el desarrollo sostenible y la participación activa de las comunidades locales.
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El arte rupestre delinea con precisión la relación indisoluble entre patrimonio y paisaje, puesto que no se entiende sin esa mirada simbiótica. En consecuencia, la transformación y desaparición de los paisajes tradicionales deforma esa percepción, y los elementos prehistóricos se vuelven grafías inconexas. Ese proceso de vaciamiento de contenido, a través de la degradación del contexto, se acelera con el cambio climático.
Aunque se trate de un mero ejemplo de sus efectos, en España quizá el impacto más evidente de la presente situación climática sea la creciente frecuencia y virulencia de los incendios forestales. Estos acontecimientos, cada vez más demoledores, tienen un efecto degradante sobre el arte rupestre y sobre el paisaje que le da sentido.
En ese contexto y aprovechando la celebración del DIMS 2023, ICOMOS-España presenta la Carta de ICOMOS-España para la Gestión Integrada del Arte Rupestre Prehistórico y sus Paisajes, redactada por el Comité Científico Nacional de Arte Rupestre (CCNAR) y aprobada por su Asamblea General en Alicante el día 11 de marzo de 2023. Este documento se alinea certeramente con los objetivos de la Agenda Global de Investigación y Acción de ICOMOS, proponiendo alternativas de gestión patrimonial que persiguen la resiliencia climática y fortalecen el desarrollo sostenible, a través de ambiciosos cambios en los modelos de gestión, hacia una más eficaz “gestión integrada e integradora”.
La degradación del arte rupestre se manifiesta asimismo en la transformación de sus paisajes. Por tanto, la solución a la preservación de este tipo de manifestaciones lo es también de sus contextos ambientales y culturales. Además de la acción administrativa, la Carta propone como medida fundamental la participación activa de las comunidades locales, y de la ciudadanía en general.
Las comunidades no son sólo herederas del arte rupestre contenido en sus territorios de ocupación, sino también de unos saberes y modos de vida tradicionales que han favorecido la gestión sostenible del territorio, de esos paisajes humanizados desde la prehistoria. En ese sentido, deben ser percibidos como actores imprescindibles y ser integrados activamente en los modelos de gestión del arte rupestre.
Para la consecución de esos fines, la carta propone siete principios y siete estrategias, siempre coordinadas por una gestión integrada y participativa, “una estrategia que requiere la corresponsabilización de todas las personas involucradas, de modo que genere dinámicas favorables sobre el sentimiento ciudadano de identificación con el patrimonio cultural”.
La Carta establece entre sus principios que la protección efectiva del arte rupestre se sustenta en la gestión preventiva e integrada, que exige el estímulo de la investigación basada en el registro exhaustivo del arte rupestre y sus paisajes mediante protocolos de documentación estandarizada. La difusión de estos bienes y del mejor conocimiento de sus valores serán la base sobre la que se proyecte la comunicación y educación patrimonial que reforzará la apreciación social del arte rupestre y el compromiso ciudadano con su preservación.
Puesto que la tarea se antoja compleja, es necesaria la implicación de todas las voces y la adopción de nuevos enfoques, en un acercamiento coordinado de las políticas territoriales, climáticas y culturales.