Desde el inicio del milenio, el patrimonio cultural ha sido objeto de ataques cada vez más frecuentes durante conflictos armados y agitaciones políticas. Ha sido saqueado o destruido deliberadamente por una de las partes involucradas en el conflicto, con el fin de financiar la guerra o afectar la identidad y la confianza del adversario. Museos y monumentos se han visto afectados en diversos países de todo el mundo.
El Consejo Internacional de Museos (ICOM) y el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), como representantes de la comunidad del patrimonio en el mundo, están altamente preocupados por esta evolución y los recientes acontecimientos. El ICOM e ICOMOS recuerdan a todas las partes de conflictos armados la Convención de La Haya de 1954 para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado.
En esta, los Estados Partes acuerdan que » los daños ocasionados a los bienes culturales pertenecientes a cualquier pueblo constituyen un menoscabo al patrimonio cultural de toda la humanidad, puesto que cada pueblo aporta su contribución a la cultura mundial». Estados Unidos ratificó la Convención de La Haya en 2009 e Irán en 1959.
Ambos países también son Estados Parte de la Convención del Patrimonio Mundial de 1972, que Estados Unidos fue el primer país en ratificar en 1973 y desempeñó un papel clave en su promoción. Irán alberga 24 sitios del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO de gran importancia cultural y natural no solo para los iraníes, sino también para toda la humanidad y su memoria colectiva.
Además, en 2017, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó por unanimidad la Resolución 2347, la cual afirma que “dirigir ataques ilícitos contra lugares y edificios dedicados a la religión, la educación, las artes, las ciencias o fines benéficos, o contra monumentos históricos, puede constituir crimen de guerra, en determinadas circunstancias y con arreglo al derecho internacional, y que los autores de esos ataques deben comparecer ante la justicia”.
ICOM e ICOMOS condenan conjuntamente y enérgicamente cualquier destrucción deliberada del patrimonio cultural. Hacemos un llamamiento a todas las partes para que respeten los acuerdos internacionales que rigen los conflictos armados y para proteger el patrimonio cultural del mundo donde sea que esté, independientemente de creencias religiosas o intenciones políticas.